La Importancia de Legitimar el Campo de la Educación Física No Formal

INTRODUCCIÓN 

  • “¡Pro! ¡mire!” (Martin, 12 años juega al fútbol en el club del barrio, llamando a Gustavo, empleado de comercio, entrenador del club).
  • “A mi me da natación el profesor Sebastián” (Laura, 23 años practica natación con Juan, guardavidas por la mañana, abogado por la tarde).
  • “Voy al gimnasio con la profe Xime” (Lucas, 30 años, hace entrenamiento funcional en el gimnasio donde trabaja Ximena. Ella hizo el instructorado de funcional online en un fin de semana).

Estas situaciones que solemos escuchar a diario en diferentes ambientes en los que nos movemos ya no nos llaman la atención, pero se vuelven motivo de análisis para los que creemos que el campo de la Educación Física se encuentra invadido por todo un colectivo de personas impartiendo las más variadas actividades y que por el simple hecho de hacerlo, parecen ser merecedoras de ser llamadas profesores/as.

Es muy común ver como ante la necesidad de una salida laboral rápida, la gente se vuelca al
área de la educación y de la Educación Física en particular.

Es así que encontramos personas que nada tienen que ver con el mundo de nuestra disciplina impartiendo clases de las más diversas actividades (gimnasia, pilates, crossfit, natación, etc.), abriendo gimnasios o centros de estética, dictando actividades recreativas, etc.

Muchos de estos individuos no cuentan con la formación específica, sino, en el mejor de los casos, con alguna capacitación de unas pocas horas reloj que hicieron de manera virtual o en algún gimnasio con otros instructores que ¡tampoco son profesores!

Es usual también encontrar a cargo de diferentes gimnasios, centros de entrenamiento, clubes, etc. a ex deportistas (fisicoculturistas, futbolistas, nadadores, etc.) que por el simple hecho de tener experiencia en la práctica de la actividad que dictan creen tener los conocimientos y herramientas necesarias para llevar adelante un plan de entrenamiento para cualquier persona (desde niños hasta adultos mayores) que desee comenzar a realizar dicha práctica.

La realidad nos marca que en la mayoría de los casos suelen emplearse “recetas” (la misma para todos/as) simplemente porque al propio instructor le dio resultado cuando entrenaba.

LEGITIMAR NUESTRO CAMPO DESDE EL SABER

Bourdieu define el concepto de campo como un conjunto de relaciones de fuerza entre agentes o instituciones, en la lucha por formas específicas de dominio y monopolio de un tipo de capital eficiente en él (Gutiérrez, 1997).

La noción de campo, en Bourdieu, implica pensar en términos de relaciones. Estas relaciones quedan definidas por la posesión o producción de una forma específica de capital, propia del
campo en cuestión.

Así el derecho a ingresar a un campo requiere la posesión de una configuración particular de características, es decir, de un capital específico. El capital para este autor, es la riqueza del campo y su apropiación y control el objeto de la lucha.

Uno de los efectos de las luchas en el interior del campo es la definición de la legitimidad con respecto a las reglas empleadas; los beneficios que el campo otorga se expresan fundamentalmente en forma de capital simbólico, es decir, del reconocimiento por parte de todos los participantes de que los dominantes poseen los bienes que determinan el dominio en el campo.

En consecuencia, la posición de los individuos en un campo específico está determinada por el volumen de capital cultural objetivado (libros, hemerografía, archivos, bases de datos, música, videos, objetos de arte, etc.), de capital cultural subjetivado (consumo, apropiación, interiorización de la cultura objetivada) y de capital cultural institucionalizado (títulos, certificados, diplomas y otras formas de acreditación institucional).

En cuanto al capital cultural (información, saberes, conocimientos socialmente validado, etc.)
propio de la Educación Física (el deporte, el juego, la gimnasia, etc.), parece más que obvio que
ni la experiencia personal en cierta práctica deportiva, ni las capacitaciones que distintas instituciones puedan brindar parecen suficientes para acceder a todo el caudal de capital que
brinda una Universidad o Instituto de formación terciario de profesores en EF y que otorga a
quien terminar de cursar los estudios en dichas instituciones al título de Profesor/a.

Osvaldo Ron (2003) en el libro “La Educación Física en Argentina y en Brasil: identidades, desafíos y perspectivas” afirma que si bien no cabe duda de que la Educación Física escolar forma parte del campo, no es menos cierto que no siempre se define de manera tan clara qué se ubica por dentro o por fuera de los campos, cuáles son sus fronteras.

De hecho, en un campo construido también podemos hablar de fronteras difusas. Las
fronteras se marcan y borronean como consecuencia del proceso de constitución, del
conocimiento que el propio campo genera y, también, en dependencia de las demás demandas sociales.

Así, la Educación Física no limita su intervención a las prácticas escolares, sino que lo hace en una diversidad de contextos a los que denominamos formales y no formales.

LA EDUCACIÓN FÍSICA Y EL CAMPO DE LO NO FORMAL

Que ninguna persona se operaria con alguien que no acredite ser médico cirujano no es
ninguna obviedad (seguramente tampoco se lo permitirían), pero nadie – o muy pocos – se
preguntan al momento de comenzar una práctica relacionada con la actividad física cuales son
las credenciales que, quien imparte la misma tiene para estar a cargo o cuál es la experiencia en dicho campo.

Y acaso ¿no estamos dejando nuestro cuerpo en manos de otro?, un otro al que le confiamos, entre otras cosas, el cuidado de nuestra salud porque (teóricamente) él es “el que sabe”.

A simple vista no parecería haber riesgo alguno, pero en muchos casos estos mismos idóneos
que son contratados por las diferentes instituciones (los costos por contratar un profesor son
mas altos), terminan convirtiéndose en improvisados nutricionistas, expertos en suplementación deportiva, etc. y aquí es cuando el tema debería comenzar a preocuparnos.

Una mala dosificación de la carga en el gimnasio, una mala suplementación, alguna recomendación de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento, un ejercicio inconveniente en la temprana edad, etc. producto de una “mala praxis” por parte de quien está a cargo pueden dejar marcas imborrables en la vida de las personas y esto debería ser motivo de alerta.

Como docentes de EF no podemos (ni debemos) permitirnos más escuchar acerca de personas que comenzaron a realizar actividad física para mejorar su salud o recuperarse de una lesión y que, al contrario de lo esperado terminan lesionándose o agravando la patología de base, como así tampoco leer en los diarios o ver en la televisión noticias donde alguien pierde la vida por hacer una actividad física que no era acorde a sus posibilidades y que sólo por estar a la moda y generar ingresos parece ser apta para todos, en el más extremo de los casos.

Tampoco debemos hacer caso omiso a la gran cantidad de niños y niñas que comienzan a realizar la práctica de algún deporte en el club del barrio y que, pasado un tiempo, deciden dejar de realizar la misma por cuestiones relacionadas con el manejo del grupo del adulto responsable (malos tratos durante las practicas, no poder participar el día de los partidos por no poseer las mismas aptitudes físicas o técnicas que los compañeros más habilidosos, llamados de atención excesivos ante el error, etc.).

ALGUNAS CUESTIONES PARA SEGUIR PENSANDO

El objetivo de este texto es llamar a la reflexión a los docentes de EF acerca de ”por qué” hemos cedido y relegado los espacios que pertenecen al ámbito de la Educación Física no formal.

¿Será acaso que creemos que los mismos son de menor jerarquía que la Escuela y es por eso
que cualquiera que acredite un “mínimo saber o experiencia” puede trabajar en ellos?,
¿aceptaríamos, al menos por un momento, que alguien que no es profesor en EF ocupe nuestro lugar en cualquier nivel del sistema educativo formal?, ¿hacemos algo para impedirlo?, ¿qué pasa con todos los egresados de los profesorados de Educación Física de las diferentes instituciones que eligen no dedicarse a la educación formal sino por el contrario ocupar los demás espacios que nuestro extenso campo de saber nos brinda?, ¿no deberían ser ellos acaso los primeros en levantar la bandera en defensa de legitimar nuestra profesión tanto en los espacios no formales?.

Osvaldo Ron (2003) plantea que nuestra identidad se juega entre lo que somos, o creemos que somos, y lo que los otros nos devuelven (de algún modo, en lo que somos capaces de hacer con lo que hacen o han hecho de nosotros) – Berman dice que siempre estamos siendo “confiscados” por el Otro, es decir, por el lugar del Otro o por un lugar Otro en nosotros mismos prestar la palabra, renunciar a la propia voz, es dejarse confiscar, dejase hacer por los otros o por el Otro, ser lo que los otros o el Otro quiere que seamos.

Nuestras prácticas “dicen quiénes somos, qué sabemos, qué hacemos, cuáles son los problemas que enfrentamos. Son prácticas construidas y significadas en nuestro campo, en nuestro hacer, en la tradición de la Educación Física, en el saber de una práctica cargada de teoría.”

Creo firmemente que debemos seguir legitimando nuestro campo disciplinar, demostrando
a través de la práctica consciente y responsable que la figura y la tarea del profesor en Educación Física en todos los campos que corresponden a la actividad física es de suma importancia y que, el capital cultural que poseemos es lo que nos diferencia del resto de las personas que no tienen el acceso al mismo haciéndonos únicos.

Capital cultural que no se agota al terminar los estudios de profesorado y que debemos seguir acrecentando desde la formación constante y la participación activa en las diferentes decisiones que incumben a nuestra área de desempeño profesional. Cuidar y prestigiar nuestros espacios de trabajo contribuirán a más y mejor Educación Física.

Licenciado Adorni Mariano
La Paz, Entre Rios, Argentina
2020
marianoadorni@gmail.com

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